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martes, 22 de enero de 2013

Desde Casillas hasta el Castañar de El Tiemblo


Ver Casillas en un mapa más grande Comenzaba el mes de diciembre y ya empezaba a oler a turrón cuando emprendimos una excursión que nos iba a llevar hasta el pueblo de Casillas, bonito pueblo colgado de las estribaciones del valle del Tiétar y hoy día famoso por ser lugar de origen de la familia del portero del Real Madrid Iker Casillas (era un poco obvio con ese apellido).



El día amaneció muy soleado aunque terriblemente frío y ventoso, lo que podría hacer nuestra excursión no muy agradable, pero así y todo decidimos ir y probar. Así que, al cabo de una hora más o menos de viaje, llegamos al pueblo y dejamos el coche lo más cerca posible del camino que nos iba a llevar al castañar de El Tiemblo. Hay que subir hasta la parte alta del pueblo, para ello buscamos la calle Crisóstomo Zamora yluego la calle del Puerto y una vez en ella elegir la primera bifurcación de la derecha que nos lleva hasta un pequeño manantial y por un camino asfaltado junto a unas casitas y un poco más arriba hasta el vertedero de basura (sí incluso los pueblos serranos y apartados tienen vertedero, ¡ qué se la va a hacer!); el frío se colaba hasta lo más hondo de los huesos mientras caminábamos por una zona descubierta aunque con unas vistas espectaculares del valle del Tiétar. En un punto dado un poco después del vertedero,hay un desvío a la izquierda que nos permitirá subir hasta La Eradelos Linares desde donde las vistas mejoran aún más pero lo dejamos correr en este ocasión debido a que los nubarrones no auguraban nada bueno y no parecía que fuéramos a poder disfrutar de la vista.
Al final llegamos a una zona abrigada que nos permitía seguir caminando sin que el viento nos azotara la cara de forma insistente aunque podíamos ver el valle y el pantano encerrado en uno de sus rincones. El camino discurría por un estrecho sendero alfombrado por hojas secas, tanto que no se veía el suelo y todo estaba teñido del color amarillo terroso de las hojas secas y caídas. Tras un rato caminando decidimos hacer un alto para tomar un vaso de colacao calentito, acompañado por unas cerezas bañadas en chocolate, cerezas de marrasquino creo que se llaman...a decir verdad eran para Balbina así que fue ella la que disfrutó de tan peculiares bombones en el momento de relax de la mañana de excursión. Tras el desayuno,seguimos camino hasta llegar a un desvío con una verja abierta, desvío que tomamos, ya que se trata de una finca con servidumbre de paso y donde nos encontramos con una enorme excavadora, su conductor y un señor con un perrazo del quince. Cosa curiosa es que desaparecieron casi como por encanto, de repente el señor con perro y la excavadora desaparecieron sin dejar rastro.


Desde ese desvío, el camino empieza a ascender de forma ininterrumpida, primero de forma suave y luego de forma mucho más marcada hasta llevarnos a La Cruz del Tornero, la altura que domina el valle donde se sitúa el castañar... y a una zona donde el viento volvió a azotarnos por todas partes. Como cosa curiosa, nos encontramos varios árboles con plataformas que supusimos serían apostaderos de caza. Probamos a subir a uno pero su estado no era muy sano junto con el viento que agitaba los árboles hizo que tras un intento en uno, no probáramos en ninguno más. Así que seguimos camino y comenzamos a descender hasta el fondo del valle y así librarnos de los remolinos de viento que hacían bastante desagradable permanecer allí, no sin antes haber jugueteado un poco con las hojas secas que alfombraban todo el camino, dándole un aspecto muy romántico aunque un poco traicionero ya que no era posible ver las irregularidades del terreno y eso le jugó una mala pasada a Balbina que hizo parte del camino resentida de un pie aunque hay que reconocer que se le da bien jugar con las hojas y que, además debió disfrutar de lo lindo a juzgar por las fotos; desde luego mal no parece pasarlo y tiene un dominio del movimiento de hoja que ya lo quisiéramos muchos.
El caso es que terminamos de descender y llegamos al fondo de la Garganta de la Yedra recorrido por un riachuelo que seguimos  después de hacer un descansito, unas cuantas fotos y pasar algún momento de semi-susto porque aparecieron dos enormes mastines un poco amenazadores pero que resultaron ser los perros de un cabrero que andaba por las cercanías con sus cabras. Agradecimos  estar junto al río ya que estábamos muy protegidos después de tanta ventolera y disfrutamos un poco del solecillo que penetraba entre los desnudos castaños y nos calentaba un poco, tampoco mucho que no en vano era primeros de diciembre pero,sea como sea, se agradecía el sol reconfortador.


 Seguimos camino junto al río por una zona que ya estaba más frecuentada, tampoco mucho, no os creais, hasta que llegamos a un puente  que, cruzando el río, conducía a otro sendero que ascendía por nuestra izquierda pero que nosostros no tomamos sino que desde allí, nos separamos del río para ir en busca de uno de los protagonistas principales de este lugar: el abuelo, que no es ni más ni menos que un viejo  castaño, aún lozano aunque tenga más de quinientos años ya de existencia; para hacernos una idea, este árbol nació cuando aún no había finalizado la Reconquista y América no se había descubierto, se calcula que pudo nacer en torno a 1488 y desde entonces ahí ha estado como testigo del tiempo, incólume a pesar de que algún rayo le ha dado y que, al ser usado su enorme tronco, hueco, aunque vivo, como refugio por los pastores durante siglos, a veces se ha visto afectado por más de un incendio que le han chamuscado un poco, pero ahí está, dominando con sus 19 metros de alto el castañar como un gigantesco pastor de árboles que controlara todo el valle y al que nada se le escapara.
Al cabo de un rato llegamos hasta donde se encontraba el castaño y la verdad es que impresiona acercarse y, sobre todo, meterse dentro de él, mirar hacia arriba, contemplar su ennegrecido interior y,sobre todo percatarse de su enorme diámetro y su arrugada y retorcida corteza . Está rodeado por una valla que no impide el acceso pero al menos sirve para que este sea un poco más ordenado que si no estuviera aunque de todas formas, a pesar de que había más gente que en el resto de la ruta, es cierto que tampoco es que hubiera mucha; el grueso de los visitantes había pasado ya hacía unas semanas por allí cuando todas las hojas que ahora alfombraban el suelo estaban todavía en los árboles. estuvimos allí un rato haciendo fotos como podeis ver pero en éstas no se pude apreciar la majestuosidad de este coloso.

Después de visitar al abuelo, estuvimos ojeando elrefugio de montaña de Majalavilla que había por las cercanías, muy acogedor, con el fuego encendido y todo muy ordenado, señal inequívoca de que tenía inquilinos por las cercanías.



Desanduvimos parte del camino y llegamos hasta el puente de nuevo, que cruzamos para sentarnos allí a comer al solecito que era muy de agradecer, sobre todo porque, cuando termináramos, teníamos que volver a subir a La Cruz del Tornero y sufrir de nuevo el viento huracanado para regresar a Casillas.  Tras un ratito de fotos del riachuelo, que, como podeis ver, apenas mostraba su caudal a causa de la proliferación de hojas y que podía llevar a engaño y hacer que alguien metiera los pies en el agua, empezamos el camino de vuelta que nos llevó de nuevo hasta Casillas y a sufrir en algunos puntos, el azote inmisericorde del viento en algunas zonas, especialmente en la ya mencionada Cruz del Tornero y, ya en las cercanías de Casillas, en el vertedero, con grave riesgo de que algún objeto indeseado saliera volando del recinto y nos alcanzara.





Nos tomamos un café reconfortador en Casillas, mientras empezaban a caer algunos copos de nieve y las nubes se arremolinaban en torno a las montañas,oscuras y amenazadoras; así que emprendimos el viaje de vuelta pero con algunas paradas y la primera sería el pantano de Los Morales, que se encuentra justo donde arranca la carretera de Casillas desde la M501 y ésta se convierte en CL501. Allí estuvimos sacando algunas fotos de las aves del pantano, que no es que tuviera mucha agua pero el ventarrón hacía que ésta hiciera olas y le diera al pantano un aire bastante más espectacular de lo que uno cabia esperarse. No nos paramos mucho porque decidimos hacer una segunda parada antes de  volver a Madrid y la tarde caía a toda velocidad; así que volvimos rápidamente por el sendero que nos había llevado hasta el límite del pantano y cogimos el coche para tomar el desvío hacia El Tiemblo, donde nos esperaba la última parada del día: los toros de Guisando, llamados así porque se encuentran al pie del cerro del mismo nombre y que domina toda la comarca. Se trata de cuatro esculturas de origen ibérico qu representan a unos toros,al parecer para delimitar los pastos de la zona, aunque no todo el mundo está de acuerdo  con esa teoría. Sea lo que sea, lo que si es cierto es que el lugar es histórico porque allí tuvo lugar la jura de Isabel de Trastámara como heredera del trono de Castilla que en aquel momento ostentaba su hermano Enrique IVy así llegaría a reinar con el nombre de Isabel la Católica. Tuvimos que esperar un poco para hacernos las fotos con los toros y para hacerles unas fotos disfrutando de la tranquilidad del momento, pero al final lo conseguimos y ahí están las fotos a última hora de la tarde con ese aire bucólico y misterioso de los toros solos junto al árbol y Balbina sonriente con el cerro de Guisando al fondo.
Y salimos a escape en dirección a Madrid mientras el sol de final de otoño se ponía tras la Sierra de Gredos.
Hasta la próxima





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