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sábado, 12 de enero de 2013

Tamajón y Almiruete


Vamos a contar hoy una excursión que hicimos a mediados de noviembre a Guadalajara, en los límites con la provincia de Madrid; la idea era ver la conocida como “pequeña Ciudad Encantada” que se encuentra en el pequeño pueblo de Tamajón y luego visitar en Retiendas las ruinas del monasterio de Bonaval y el pantano de El Vado; sin embargo, las cosas no salieron como esperábamos aunque el resultado fue altamente positivo.

El tiempo amenazaba lluvia, por lo que nuestra excursión corría serio peligro de pasarse por agua, sin embargo tuvimos suerte y la lluvia se portó bastante bien con nosotros, ya que sólo empezó a llover cuando habíamos regresado al punto de origen.





Llegamos a Tamajón sobre las 10:00 y atravesamos el pueblo para dejar el coche junto a una ermita a las afueras, camino del pantano del El Vado y muy cerca de la Pequeña Ciudad Encantada; como estaba tan cerca, decidimos tomar un sendero que no sabíamos hacia dónde iba y luego ya veríamos lo que habíamos venido a ver. Así que tomamos el sendero entre sabinas y fuimos en animada charla durante el camino que nos llevó por una serie de fincas Después de un trecho largo en leve rampa,llegamos a una llanura despejada desde la que se veían las montañas acariciadas por espesas nubes que amenazaban con cubrirlas por completo y ocultarlas de nuestra vista, en el suelo podíamos ver numerosas setas que nos recordaban que estábamos en plena época de recolección y que la zona es famosa por la abundancia de ellas. En ese punto  el camino empezaba a descender hacia un pueblo que se veía a lo lejos así que nos pusimos en marcha, aunque hicimos una alto para hacer unas fotos junto a unos árboles que amarilleaban bastante; resultaba curioso porque el otoño ha sido tan suave  que los árboles no habían perdido aún gran parte del follaje y seguían cubiertos de hojas aunque todas ellas amarillas o rojizas.

Llegando ya a las cercanías de Almiruete, nos encontramos con el cementerio una casa en ruinas junto al mismo; curiosa casa, con una placa que daba noticias de sus últimos dueños y cuyo estado demostraba que sus descendientes, si los hubo, no consideraron mantener esa propiedad al menos en un estado aceptable, nos entró la duda de si era casa o panteón dada su cercanía al cementerio y lo diminuto de las ventanas, como podéis observar en una de las fotos, y lo historiado de la puerta con su arco de potentes piedras que contrastaban  con lo rústico del resto de la construcción.
Tras pasar un rato mirando la ruinosa construcción y dado que los silenciosos habitantes del solar de al lado no iban a sacarnos de dudas, decidimos dirigirnos a Almiruete donde hicimos entrada pocos minutos después , buscando un bar o similar donde descansar antes de emprender el camino de vuelta a Tamajón donde estaba nuestro coche...y nuestra comida. Sin embargo Almiruete debe ser de los escasos pueblos de España que no cuenta con un bar, bodega, taberna o similar; afortunadamente dimos por pura casualidad con una persona muy amable que nos abrió la puerta de su casa y nos permitió visitarla y nos contó cosas curiosas y detalles del pueblo; no sólo eso, Manuel, que así se llama, nos dio a conocer una pequeña maravilla de Almiruete: El Chorreón, una caída de agua en un lugar cercano al pueblo yendo montaña arriba.
Así que allí nos dirigimos siguiendo a Manuel, no sin antes hacer una parada porque Balbina sintió un deseo repentino de darle un abrazo a un castaño que se cruzó en su camino; el árbol, por supuesto, no puso ningún inconveniente... tampoco creo que estuviera muy acostumbrado a recibir abrazos de los paseantes del pueblo; así ya ha tenido algo que contar al resto de sus congéneres durante el resto de la semana y suscitar envidias: "chincha y rabia que a mi me han abrazado y a tí no".



El caso es que tras un agradable paseo, llegamos a El Chorreón,la verdad es que la peqeña cascada merece la pena; es una maravilla en miniatura y un regalo para la vista y para los oidos; allí pasamos un ratito disfrutando del lugar y haciendo fotos, tras lo cual emprendimos el camino de vuelta a Almiruete disfrutando de la vista desde lo alto del sendero.
Manuel nos condujo de vuelta al pueblo y nos despedimos de él en la entrada del pueblo, donde comenzaba la pista que nos llevaba de vuelta a Tamajón con el compromiso de seguir en contacto y volver a vernos.
Así que empezamos a desandar lo andado camino de la ermita de Tamajón, con las nubes agarradas a las montañas que no hacían presagiar nada bueno. Tras un ratito de caminata, llegamos a la ermita y almorzamos mientras el celo se oscurecía cada vez más pero tuvimos mucha suerte porque comenzó a llover a mares nada más terminar de comer, lo que nos obligó a meternos en el cochae a toda prisa y buscar un sitio donde tomarnos un café mienstras escampaba. Tras el café y una charleta en un ruidoso bar de Tamajón, iniciamos el regreso a Madrid, con el cielo despejado porque el chaparrón había hecho desaparecer por completo las nubes.





















  

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