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lunes, 27 de julio de 2015

Desde Punta Candieira al Monte de San Pedro

Salimos temprano desde Poio para hacer una larga excursión a la provincia de La Coruña, el objetivo, esta vez, era el Faro de Punta Candieira, Cedeira y acabar en el Monte de San Pedro en la ciudad de La Coruña. 

Seguimos la Autopista del Atlántico hasta Ferrol, donde tomamos la salida de la AC-566, que nos llevará hasta Cedeira, que se encuentra a 34,5 km de Ferrol, en el fondo de la ría del mismo nombre; se tarda unos 40 minutos en llegar hasta allí, ya que estamos en una carretera sembrada de rotondas. Una vez en Cedeira, cruzamos el puente y tomamos la carretera que sale hacia la derecha y que sube serpenteante hasta lo alto del monte Purrido, desde donde se descuelga empinada y retorcida hasta la entrada del faro de Punta Candiera; aujnque yo bajé con el coche, recomiendo no hacerlo y dejarlo en una explanada que hay un poco más arriba para hacer el resto del camino a pie, aparte de que es mucho más gratificante (lo hice luego), girar el coche, sobre todo si tiene dimensiones generosas, es una empresa bastante difícil y un poco estresante con un precipicio a uno de los lados.

Estamos en una de las zonas más agrestes del litoral gallego; el viento azotaba de forma continua y las nubes envolvían las montañas que se precipitan hacia el mar en el lugar donde arrancan los acantilados más altos de Europa y que se ven coronados por la garita de Herbeira en la Sierra de A Capelada, cerca de Cariño. Los garañones, caballos salvajes autóctonos, pastaban a sus anchas por el lugar al tiempo que iban formando grupos, seguramente para darse calor.

El faro se encontraba habitado opr los técnicos de señales y un simpático perro que se puso contentísimo cuando se encontró con caras nuevas por allí. Tras unas cuantas fotos, disfrutar de la vista y sufrir el azote del viento, deshicimos el camino para volver a la explanada que mencionamos anteriormente, donde pudimos comer y disfrutar de las vistas desde un ruinoso mirador; lo que no pudimos fue sentarnos porque, los caballos habían dejado bastantes "recuerdos" de su presencia por aquel lugar.

Decidimos regresar a Cedeira, donde aprovechamos para recorrer su magnífica y recogida playa y tomar un café en el bar "Peirao", un lugar peculiar, lo recomendamos, el local está lleno de objetos que los parroquianos han ido llevando y dejando allí, lo que le da un aspecto diferente y acogedor; la persona que nos atendió fue muy amable y mantuvimos una agradable conversación, y eso que yo soy muy poco conversador, en fin pasamos un rato agradable y nos costó dejarlo para hcer unas fotos de Cedeira, sobre todo de sus galerías acristaladas que recuerdan, en pequeña escala, las de la dársena de La Marina de La Coruña.







Salimos de Cedeira con rumbo a nuestra siguiente parada, Punta Frouxeira, a 25,5 km de distancia, primero por la misma carretera que nos había traído, la AC566 y luego en Valdoviño coger la AC116, que seguiremos hasta encontrarnos con el desvío que anuncia el Faro de Punta Frouxeira. Llegamos a nuestro destino al cabo de una media hora aproximadamente y dejamos el coche junto al faro, un edificio de unos 20 años de antigüedad, uno de los más modernos de Galicia y desde la que se contempla una vista espectacular de la playa de Valdoviño, una de las mayores del litoral gallego. Por estos lugares se rodaron parte de las escenas de la película de Roman Polansky "La Muerte y la Doncella" protagonizada por Sigourney Weaver y Ben Kingsley.

A la izquierda del faro destaca la presencia de un bunker de observación, disimulado con piedras para no hacer tan ostensible su presencia. A la derecha se encuentra la entrada al recinto subterráneo del que el bunker forma parte. En este recinto se custodiaba un reflector con el que se pretendía identificar de noche posibles aviones intrusos, que deberían ser abatidos con las baterías situadas a unos 3 kilómetros de allí, en Campelo, y que hoy se encuentran completamente abandonadas y olvidadas, salvo por unos pocos turistas y los vándalos habituales. La instalación sigue imponiendo por las dimensiones, se trata de un túnel con forma de Y, de unos cinco metros de altura que acaba en dos plataformas en balcón desde las que operaba el reflector y desde las que hoy día se pueden disfrutar una estupendas vistas de la costa  y de la inmensidad del mar.

Tras un rato de recorrido, cogimos de nuevo el coche para dirigirnos a La Coruña, donde daríamos por terminada la excursión. Así que tomamos la AC116, que nos lleva hasta Ferrol, desde donde tomamos la Autopista del Atlántico que nos permitirá salvar los 54 kilómetros que nos separan de la ciudad en muy poco tiempo.

Llegados a La Coruña, fuimos hacia el Monte de San Pedro, antigua posición fortificada, donde se emplazan las descomunales baterías de 35cm que, en combinación con las hoy desapareceidas en Cabo Prior, guardaban el acceso a La Coruña y Ferrol. El acceso se puede hacer en coche, a pie o en el curioso ascensor panorámico que recorre la falda del monte. Una vez arriba nos encontramos ante un cuidado parque, desde el que se disfruta de una vista increíble de la ciudad, de la afamada playa de Riazor y de la Torre de Hércules claro. Amplias praderas de cesped, lugares de recreo para los niños, un laberinto y otras instalaciones componen el parque junto con los emplazamientos de las instalaciones militares y, dominando la costa, los enormes cañones, que, incluso hoy día, obsoletos y fuera de servicio, imponen con su sola presencia e impresiona imaginarlos escupiendo fuego a un posible enemigo que, gracias a su tremendo alcance, podía ser destruido más allá del horizonte. Cerca de estos terribles mensajeros de la muerte, un viejo conocido de los aficionados a los temas militares, un venerable 88, fabricado en Trubia, sestea al solecillo de la tarde.
Se hacía tarde y era la hora de merendar, así que nos dirigimos al centro de la ciudad y nos tomamos un chocolate, con muchos churros en la chocolatería Bonilla a la Vista de la Calle Galeras, un chocolate espectacular y unos churros de película, que podemos ver cómo hacen y que salen en pequeñas cantidades de la churrería para poder siempre tenerlos recientes. Si vais por La Coruña, no dejeis de hacerle una visita porque no os arrepentiréis.


y con esto finalizó nuestra excursión por la costa de La Coruña; caía la tarde cuando salíamos rumbo a Poio, nuestra base de operaciones turísticas.