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Parque Eólico |
Excursión pleno otoño hasta el hayedo de la Tejera Negra para intentar captar los colores de esta estación. ya veremos que nos encontramos así que salimos por la N-I camino de nuestro destino. Pasado Somosierra, llegamos al desvío 103, en el que cogemos la N-110 con dirección a Cerezo de Arriba, que pasaremos de largo así como Riaza donde tomaremos la SG-V-1111, que nos lleva hasta Santibáñez de Ayllón, donde cogemos la C114 hacia la derecha y la seguimos hasta que se transforme en la CM110 y coronemos un portacho ocupado por un parque eólico, tras lo cual seguimos por la misma carretera hasta encontrarnos a nuestra derecha el desvío a la GU-146, que nos lleva hasta otro desvío a la derecha que nos lleva hasta Cantalojas, que atravesaremos hasta llegar al acceso al parque y será donde habrá de quedarse el coche si no tenemos reserva, que no es el caso así que podemos llegar hasta el aparcamiento del hayedo, donde se iniciará nuestra excursión.
El aparcamiento se ubica en una pequeña explanada junto al rio Lillas que seguiremos en nuestro recorrido, bastante concurrido por otro lado; había numerosos grupos,algunos muy animados y otros muy bulliciosos; algunos muy preparados para la caminata, nada difícil, y otros bastante curiosos, con alguna mujer con abrigo de piel y zapatos de tacón acompañada del correspondiente señor con corbata.
Desde el principio ya nos dimos cuenta de dos cosas, la primera era que hacía bastante viento y habría que caminar buscando los sitios más abrigados que fuera posible; la segunda ya era más grave, dada la distancia que habíamos recorrido: las hayas ya no tenían hojas... vaya.
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Carbonera |
Existen dos rutas circulares: la Senda de Carretas y la Senda del Robledal, nosotros cogimos la primera, para la que se necesita reserva durante el otoño. Hay otras rutas pero ninguna precisa la mencionada reserva.
Durante el trayecto, ascendente hasta el punto central del recorrido, vamos viendo primero algunas actuaciones humanas que han tenido lugar a lo largo del tiempo en el recinto del hayedo, así vemos algunas colmenas y, más adelante, una explotación de carbón vegetal con una explicación de cómo se realizaba la tarea.
El camino es sencillo, salpicado de puentecillos sobre riachuelos pero, debido a las recientes lluvias y el frío intenso, unido al hecho de que la vegetación es ciertamente espesa hasta el punto de hacer difícil el paso del sol, las ramas de las plantas más cercanas a los arroyos se encuentran heladas, también hay zonas en las que el camino se encuentra helado y hay que caminar con bastante cuidado. Las hojas de roble y de haya se mezclan en el suelo y se amontonan en algunos puntos en conjuntos de distintas tonalidades del ocre; aquí y allá algún tejo se deja ver entre los troncos desnudos.
El valle se cierra en una subida ya un poco más trabajosa, sobre todo por el hecho de que en tramos está helada pero el sol ha salido y nos anima a seguir subiendo hasta que llegamos a nuestro premio, la pradera de Matarredonda, donde se nos presenta una espectacular panorámica de la sierra; se encuentra parcialmente nevada y el viento azota sin parar, lo que no quita para que pasemos un buen rato haciendo fotos y paseando porque el sitio merece la pena: enormes montañas cierran el paso a un lado y, mirando hacia el sur, el valle se va abriendo poco a poco hasta la lejana llanura que se adivina al fondo dando la ilusión de que es un océano.
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Desde Matarredonda |
Pero hay que seguir adelante, hemos llegado hasta el ecuador de nuestro recorrido y nos ponemos en marcha de retorno hacia el aparcamiento siguiendo la ruta marcada para completar el círculo. Hay que ir con cuidado porque el camino descendente está mucho más helado que el ascendente, ya que está orientado al Norte y, por tanto en la zona umbría.
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Desde Matarredonda |
Poco a poco vamos perdiendo altitud y la nieve y el hielo van dando paso al suelo esponjado de las praderas de montaña. hacemos un alto en unas rocas para tomar un colacao que nos reconforte de los fríos pasados antes de afrontar el último tercio de nuestra excursión. Seguimos poco después en un descenso que no tendrá fin hasta que lleguemos al aparcamiento; como curiosidad diremos que la bajada es bastante más pronunciada que la subida, es más, al llegar abajo, nos preguntamos cómo puede haber sido posible que hayamos subido tanto como hemos bajado,sin apenas enterarnos más que en el tramo final de la subida.
Llegamos por fin al punto de partida, donde comemos y rematamos el termo de colacao antes de salir del parque rumbo a Cantalojas y de ahí a Galve de Sorbe a ver su castillo.
Tras una parada intermedia para fotografiar un puentecillo, llegamos a Galve de Sorbe, dominado por su castillo. Este lugar, en origen puesto fronterizo árabe, fue dominio del Infante Don Juan Manuel, el autor de El Conde Lucanor, y aquí hubo una fortaleza que el infante tuvo que demoler como prueba de lealtad a su rey, Alfonso VIII, con el que mantuvo varios conflictos. El castillo que hoy día domina la población fue mandado construir por Diego López de Estúñiga; siglos después pasó a depender de la casa de Alba que lo cedió al Estado, quien lo subastó siendo hoy día propiedad particular y encontrándose en un estado bastante lamentable.
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Castillo de Galve de Sorbe |
Tras esta visita, emprendemos el camino de regreso, deshaciendo el camino hecho esa mañana y parando de nuevo en el parque eólico para ver cómo el sol frío de otoño se oculta tras las montañas.