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Excursión veraniega a la Laguna Grande de Gredos; se trata de un
lugar que no hay que dejar de visitar; con las debidas precauciones
porque en verano apenas hay sitios con sombra y en invierno, las
nevadas dificultan bastante el camino, así que la época ideal es el
final de la primavera, cuando aún no hace mucho calor y la nieve ya
se ha fundido. Nosotros, la verdad es que nos decidimos tarde así
que subimos a primeros de agosto aprovechando una leve bajada de las
temperaturas aunque no había ni una sola nube en el cielo.
Para llegar hay que coger la M-501 (la carretera de los pantanos)
hasta cruzarnos con la N-403 que tomaremos en dirección a El
Tiemblo, seguiremos por esta carretera hasta llegar a la localidad
de EL Barraco, donde tomarmos la AV-900 hasta cruzarnos con la N-502,
donde giraremos a la izquierda hasta llegar al desvío que indica San
Martín del Pimpollar, que tomaremos para llegar hasta Navarredonda y
desde ahí a Hoyos del Espino, donde, justo a la entrada del pueblo y
perfectamente señalado por la escultura de una cabra montesa,
encontramos el desvío para la plataforma de Gredos, hacia donde nos
dirigimos por una estrecha carretera, dejando atrás unos
restaurantes, tiendas de recuerdos, un camping y numerosos recodos
sobre riachuelos y arroyos donde la gente se refresca del calorcillo
del día.
Llegamos al final de la carretera, donde un aparcamiento, a todas
luces insuficiente, nos cierra el camino; dejamos el coche fuera del
mismo y nos dirigimos al camino que arranca a la izquierda de un
chiringuito que no abre hasta cercana la hora de comer.
Como hemos dicho antes, la ruta entraña cierta dificultad,
principalmente porque se trata de una subida muy larga y bastante
pronunciada para pasar luego a una bajada de las misma
características que nos llevará hasta la laguna pero hay que ir
bastante preparado para el sol porque las sombras escasean y no hay
donde refugiarse; por lo demás es un camino al alcance de cualquiera
y que incluso hacen niños; la distancia no es excesiva (6,5 km en
cada sentido) y puede resultar muy agradable y gratificante.
El camino no tiene pérdida porque se trata de un sendero empedrado
en todo su recorrido y muy bien señalizado. El camino es bastante
empinado, por lo que conviene ir con calma, sin prisas porque la
subida no acaba hasta la meseta de Los Barrerones, aunque a medio
camino de dicha meseta encontramos una amplia explanada, el Prado de
las Pozas, recorrido por el río Pozas, que atravesaremos por una
pasarela de cemento, junto a la que una señal nos indica la
dirección a seguir y la distancia en tiempo hasta nuestro objetivo:
dos horas.
Desde aquí el camino se empina más y de forma ininterrumpida hasta
llegar a la fuente de Los Cavadores, donde se puede hacer un descanso
y cambiar el agua de la cantimplora por agua fresca, casi helada; en
este punto, hemos superado ya la parte más dura del ascenso, por lo
que podemos prolongar un poco el descanso y ver, si hay suerte,
cabras montesas y, si hay más suerte aún, disfrutar de alguna lucha
entre ellas. Estos animales se acercan algunas veces a los
excursionistas e incluso se dejan acariciar, sobre todo las crías
aunque no hay que olvidar que se trata de animales salvajes.
Terminado el descanso, nos podemos de nuevo en marcha y coronamos la
ascensión llegando a la meseta de Los Barrerones, desde aquí
empieza un suave descenso hasta el mirador que cuelga del borde de la
ladera cercano a un pluviómetro; la vista es espectacular desde la
meseta, ya que podemos divisar la llanura hacia el Norte, mientras
que hacia el Noroeste podemos adivinar el valle glaciar en cuyo
fondo, al suroeste, se encuentra el Circo de Gredos y la Laguna
Grande. Siguiendo el camino frente a nosotros podemos ver ya
la cumbre de La Galana y un poco hacia el suroeste, El Almanzor, el techo de la sierra de Gredos.
la cumbre de La Galana y un poco hacia el suroeste, El Almanzor, el techo de la sierra de Gredos.
Llegados al mirador, la vista es aún más espectacular, ya que
podemos ver ya el Circo de Gredos con la laguna en el centro, el
Almanzor y la Galana se nos muestran en todo su esplendor, incluso
con alguna mancha de nieve; podemos ver, así mismo, a la izquierda
del Almanzor, el Cuchillar de las Navajas que cierra el circo hacia el
Sur.
Desde el mirador la pendiente se acentúa y el camino se estrecha
para ir pegado a la ladera de la montaña y muchas veces encajonado
entre montañas. A mitad de descenso encontramos una muy agradable fuente que invita a cambiar de nuevo el agua de las cantimploras y refrescarse porque el calor aprieta, ya que el suave viento que nos ha acompañado desde el inicio de la caminata, no ha pasado del mirador y ahora, según descendemos, el calor va siendo mayor.
Continuamos el descenso y nos vamos acercando ya a la Laguna Grande;
pasamos de largo el desvío que nos lleva a las Cinco Lagunas y un
poco más adelante ya estamos en la orilla de la Laguna Grande, donde
nos detenemos a comer y descansar mientras miramos a algunos
valientes que se atreven a zambullirse en las heladas aguas de la
laguna. Una cosa que resulta curiosa es la cantidad de gente que, a
pesar de la distancia que hay que recorrer desde el aparcamiento, hay
gente que ha venido cargada hasta aquí con la tartera de los
pimientos así como las de la tortilla y los filetes empanados.
Emprendimos el camino de vuelta, que tiene su enjundia porque la
subida hacia la meseta de Los Barrerones
es bastante fatigosa, por lo que es muy aconsejable parar de nuevo en la fuente para cambiar el agua por agua fresca al tiempo que se descansa un poco ya que la subida se hace por un terreno empinado, pedregoso y continuamente al sol. Una vez hecho ese alto, seguimos la ascensión hasta el mirador, donde podemos hacer un alto más largo aprovechando que es de los pocos lugares donde podemos encontrar sombras; desde ahí, la subida ya es mucho más suave y, una vez en la meseta de Los Barrerones empieza ya el descenso hacia la Plataforma de Gredos; desde el mirador, el trayecto es mucho menos trabajoso dado que el viento vuelve a soplar, dado que es una
zona mucho más abierta y, además, el sol empieza castigar menos. De todas maneras conviene tener cuidado para no caer porque algunas veces la pendiente es bastante pronunciada.
es bastante fatigosa, por lo que es muy aconsejable parar de nuevo en la fuente para cambiar el agua por agua fresca al tiempo que se descansa un poco ya que la subida se hace por un terreno empinado, pedregoso y continuamente al sol. Una vez hecho ese alto, seguimos la ascensión hasta el mirador, donde podemos hacer un alto más largo aprovechando que es de los pocos lugares donde podemos encontrar sombras; desde ahí, la subida ya es mucho más suave y, una vez en la meseta de Los Barrerones empieza ya el descenso hacia la Plataforma de Gredos; desde el mirador, el trayecto es mucho menos trabajoso dado que el viento vuelve a soplar, dado que es una
zona mucho más abierta y, además, el sol empieza castigar menos. De todas maneras conviene tener cuidado para no caer porque algunas veces la pendiente es bastante pronunciada.
Tras, terminar el descenso en la Plataforma de Gredos, pasamos por el
chiringuito que, a esas horas está bastante concurrido con cansados
excursionistas que reponen fuerzas después de una excursión
gratificante y distinta.
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