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lunes, 30 de enero de 2012

El PINO DE LA CADENA

Después de unos meses de abandono, vuelvo a poneros una excursión en este blog, se trata de una ruta bastante sencilla, al alcance de prácticamente cualquiera que tenga unas zapatillas y ganas de darse un paseo por la sierra.

pero, antes de nada, esta ruta merece que conozcais los antecedentes y la razón de ir hasta donde vamos:
En el verano de 1924, el empresario Nicolás María Urgoiti estaba pasando unos días en la casa que tenía en el paraje de El Ventorrillo (Cercedilla), al lado del albergue del Club Alpino Español, cuando vinieron a avisarle de la muerte de su padre. Hombre metódico y de costumbres fijas, este señor tenía, entre otras, la de pasearse todas las mañanas por el camino de la pradera de las Cortes y la de descansar, en cierto punto del mismo, leyendo recostado en un pino concreto: el regsponsable del albergue sabía por tanto donde encontrarlo en función de la hora y allí se dirigió.
Curiosamente, aquel pino albar en que Urgoiti estaba apoyado la mañana de la triste noticia, acababa de ser señalado para el corte. Urgoiti, a pesar de su dolor, se dio cuenta de esa siniestra coincidencia: recibió la noticia de la muerte de su padre junto a un árbol destinado a morir, así que localizó al maderista, le compró el ejemplar y dispuso que se le ciñera la base del tronco con una gruesa cadena, a modo de esclava, de cuyos eslabones pendiera, mientras el árbol viviese, este emotivo epitafio: "A su querida memoria, 1840-1924", el indulto del árbol como homenaje a su padre.
El tiempo, como en todas partes, también ha corrido en El Ventorrillo. Ya no es aquel lugar remoto y medio salvaje al que los primeros esquiadores subían caminando desde la estación de Cercedilla por el atajo del Calvario. El refugio fue demolido tras la Guerra Civil. Residencias bancarias, bases de máquinas quitanieves y otros edificios salpican hoy esta cerrada curva de la carretera del puerto de Navacerrada. Nada ya recuerda a Urgoiti. Su casa pervive, escondida en el pinar, pero no luce ya el letrero Nicotoki (el lugar de Nico, en euskera). Sin embargo, no muy lejos, pegado al camino que baja a la pradera de las Cortes, el pino de la Cadena sigue saludando a los paseantes y espera a los guardas forestales que, cada cierto tiempo, abren el candado y lo pasan por el siguiente eslabón para evitar que el árbol se estrangule; sólo quedan tres eslabones y el árbol empieza a mostrar signos de vejez, es natural, tiene ya 175 años, pero ahí sigue como mudo homenaje de un hijo a su padre.
Para acercarse a este curioso árbol, hay dos caminos, uno es desde la curva de El Ventorrillo pero tiene el problema de que no hay espacio para dejar el coche cerca, salvo que lo dejemos en la subida al Pinar de la Barranca, al final del Camino Ortiz; sin embargo es el más corto y es todo cuesta abajo, así que si no disponemos de mucho tiempo, es la opción ideal.
Sin embargo, si disponemos de tiempo, tomaremos la carretera del Puerto de Navacerrada (M-601) hasta llegar al restaurante Fonda Real, que está a la  izquierda de la carretera; podemos dejar el coche junto al mencionado restaurante o a un lado de la carretera que nos conduce al pantano de Navalmedio, en esta carretera, junto a un paso canadiense, hay a la derecha un camino peatonal que tomaremos para adentrarnos en un denso pinar que nos conduce  camino de El Ventorrillo de forma muy poco trabajosa, alguna cuesta, alguna pendiente pero el camino es muy llevadero; llegamos a una zona despejada desde la que oteamos el pantano y las casitas que salpican la zona aquí y allá además de la mancha que conforma el pueblo de Navacerrada. Un poco más allá una cancela impide el paso pero se puede franquear sin ningún problema, no olvidéis dejarla cerrada como está.

Desde ahí comenzamos una bajada contínua hasta encontrar primero el camino que sube desde el pantano y luego el arroyo Navalmedio que cruza el camino e inunda el ambiente con el sonido de su gorgoteo; es un sitio bastante bueno para hacer un alto y reponer fuerzas porque, desde ahí, con alguna excepción, el camino ya no para de subir. Así que comenzamos la ascensión y dejamos primero atrás a unos caballos que están pastando indiferentes a la presencia humana. Al cabo de un trecho llegamos a la pradera de Las Cortes, donde nos saludan las ruinas de un campamento juvenil y poco después volvemos a encontrarnos con el arroyo Navalmedio, que deberemos volver a cruzar antes de enfilar la recta final de nuestro itinerario; aquí la subida es mucho más pronunciada; llegamos a una curva a la derecha con un desnivel bastante pronunciado pero, una vez pasada, allí está esperándonos el Pino de la Cadena. Aprovechamos para reponer fuerzas de nuevo y hacer unas cuantas fotos de nuestro ilustre anfitrión, tras lo cual podemos bajar directamente dejando el pino a nuestras espaldas hasta llegar de nuevo al arroyo Navalmedio y deshacer el camino andado. También se puede seguir subiendo hasta llegar a El Ventorrillo y, desde ahí coger el camino que está entre el garaje de las quitanieves y la caseta del antiguo ICONA y lleva directamente hasta el pantano de Navalmedio.

En fin, muy recomendable excursión, sobre todo, en estos días que, aunque fríos, el sol acompaña.