La excursión que vamos a relatar tuvo lugar a primeros de septiembre, en que fuimos a recorrer la zona cercana a La Puebla de Montalbán, en Toledo; estuvimos en dos lugares en los que aún a pesar de los siglos transcurridos se puede sentir la presencia de aquellos que vivieron e hicieron historia en aquellos lugares.
Para llegar a La Puebla de Montalbán tomaremos desde Madrid la A-5 hasta Maqueda, donde nos desviaremos a la A-40 hasta Torrijos, donde tomaremos la CM-4009 que nos dejará en La Puebla de Montalbán.
Toda la zona rezuma historia de España. En La Puebla de Montalbán nació y vivió el Bachiller Fernando de Rojas, quien, como él mismo dice en los acrósticos que abren la obra, terminó la comedia de Calixto y Melibea, La Celestina:
El silencio escuda y suele encubrir
Las faltas de ingenio e las torpes lenguas;
Blasón que es contrario publica sus menguas
Al que mucho habla sin mucho sentir.
Como la hormiga que deja de ir
Holgando por tierra con la provisión,
Jactóse con alas de su perdición:
Lleváronla en alto, no sabe dónde ir.
PROSIGUE
El aire gozando, ajeno y extraño,
Rapiña es ya hecha de aves que vuelan;
Fuertes más que ella por cebo la llevan:
En las nuevas alas estaba su daño.
Razón es que aplique a mi pluma este engaño,
No disimulando con los que arguyen;
Así que a mí mismo mis alas destruyen,
Nublosas e flacas, nacidas de hogaño.
PROSIGUE
Donde ésta gozar pensaba volando,
O yo aquí escribiendo cobrar más honor,
De lo uno y lo otro nació disfavor:
Ella es comida y a mí están cortando
Reproches, revistas e tachas. Callando
Obstara los daños de envidia e murmuros;
Y así navegando, los puertos seguros
Atrás quedan todos ya, cuanto más ando.
PROSIGUE
Si bien discernís mi limpio motivo,
A cuál se endereza de aquestos extremos,
Con cuál participa, quién rige sus remos:
Amor apacible o desamor esquivo,
Buscad bien el fin de aquesto que escribo,
O del principio leed su argumento.
Leedlo y veréis que, aunque dulce cuento,
Amantes, que os muestra salir de cautivo.
COMPARACIÓN
Como el doliente que píldora amarga
O huye o recela o no puede tragar,
Métenla dentro de dulce manjar:
Engáñase el gusto, la salud se alarga.
Desta manera mi pluma se embarga
Imponiendo dichos lascivos, rientes,
Atrae los oídos de penadas gentes:
De grado escarmientan y arrojan su carga.
VUELVE A SU PROPÓSITO
Este mi deseo cargado de antojos
Compuso tal fin que el principio desata;
Acordó de dorar con oro de lata
Lo más fino oro que vio con sus ojos
Y encima de rosas sembrar mil abrojos.
Suplico pues suplan, discretos, mi falta;
Teman groseros y en obra tan alta
O vean y callen, o no den enojos.
PROSIGUE DANDO RAZONES
POR QUE SE MOVIÓ A ACABAR ESTA OBRA
Yo vi en Salamanca la obra presente.
Movíme acabarla por estas razones:
Es la primera que estó en vacaciones;
La otra que oí su inventor ser sciente.
Y es la final, ver ya la más gente
Vuelta e mezclada en vicios de amor.
Estos amantes les pondrán temor
A fiar de alcahueta, ni de mal sirviente.
Y así que esta obra, a mi flaco entender,
Fue tanto breve cuanto muy sutil,
Vi que portaba sentencias dos mil:
En forro de gracias, labor de placer.
No hizo Dédalo en su oficio e saber
Alguna más prima entretalladura,
Si fin diera en esta su propia escritura,
Corta, un gran hombre y de mucho valer.
Jamás no vi sino en terenciana,
Después que me acuerdo, ni nadie la vido,
Obra de estilo tan alto y subido
En lengua común vulgar castellana.
No tiene sentencia de donde no mana
Loable a su autor y eterna memoria,
Al cual Jesucristo reciba en su gloria
Por su pasión santa, que a todos nos sana.
AMONESTA A LOS QUE AMAN QUE SIRVAN A DIOS Y DEJEN LAS MALAS COGITACIONES E VICIOS DE AMOR
Vosotros que amáis, tomad este ejemplo,
Este fino arnés con que os defendáis;
Volved ya las riendas, porque no os perdáis;
Load siempre a Dios visitando su templo;
Andad sobre aviso, no seáis de ejemplo
De muertos y vivos y propios culpados.
Estando en el mundo yacéis sepultados;
Muy gran dolor siento cuando esto contemplo.
FIN
Olvidemos los vicios que así nos prendieron,
No confiemos en vana esperanza;
Temamos Aquel que espinas y lanza,
Azotes y clavos su sangre vertieron;
La su santa faz herida escupieron,
A cada santo lado consintió un ladrón.
Nos lleve, le ruego, con los que creyeron.
Es largo pero no me he resistido a ponerlo. Siempre me han gustado los juegos de palabras. Pero no habíamos ido hasta allí por el insigne Bachiller, al menos esta vez no. Nuestro objetivo estaba a mitad de camino desde La Puebla de Montalbán a San Martín de Montalbán, allí equidistantes a derecha e izquierda de la CM4009, por la que proseguiremos, se encuentran la ermita de Santa María de Melque y el castillo de Montalbán, dos retazos de medievo que nos trasladan a otra época diametralmente opuesta a nuestra vida actual.
Elegimos primero acercarnos a la ermita de Santa María de Melque,una joya cuyos orígenes se remontan al SVII, antes de la invasión musulmana; fue parte de un gran monasterio y, tras la llegada de los árabes, se transformó en una comunidad mozárabe y más tarde en una villa musulmana, que utilizó la ermita como fortaleza, lo que se aprecia en los restos de la torre que corona el crucero. Cuando Alfonso VI tomó Toledo, la iglesia recuperó su función original aunque siguió conservando su papel defensivo merced a una muralla de la que se conservan algunos restos; también se conservan restos de viviendas, que estuvieron habitadas hasta la Desamortización de Mendizábal, que también afectó al templo que perdió su uso litúrgico, quedando reducido a establo y pajar; aunque esta nueva función le causó deterioros importantes, paradójicamente fue lo que la salvó de la destrucción total que hizo desaparecer a tantos edificios eclesiásticos afectados por la Desamortización.
La edificación tiene planta de cruz griega y en los arcos del crucero pueden verse todavía restos de la decoración original al estuco con motivos florales. Las naves se rematan con bóvedas de cañón muy peraltadas, que descansan sobre arcos de herradura, típicos de la arquitectura visigoda y que luego adoptarían los árabes. Entrar en esta ermita es viajar en el tiempo a la Alta Edad Media y sentir los cantos de los monjes y los rezos en latín.
Muy cerca de esta ermita aunque no visible a simple vista encontramos el segundo punto de nuestra excursión: el Castillo de Montalbán. No tenemos más que cruzar la carretera, seguir un sendero y
dejar el coche junto a una cadena, que franqueamos a pie para caminar unos 500 metros hacia la derecha y encontrarnos una fortaleza espectacular; el castillo de Montalbán, antigua fortaleza árabe y donada por Alfonso VI a los templarios que le dieron la forma que nos muestra hoy, majestuoso dominando el tajo del río Torcón, con sus torres de planta pentagonal, típicas de la arquitectura templaria, y lo que más llama la atención: por su situación, el flanco que mira al río está desprotegido, se consideró con acierto que lo escarpado del desfiladero era suficiente protección para afrontar cualquier situación. Así nos ha llegado hasta hoy, ruinoso, sí pero transmitiendo aún fuerza y poder. Si en la ermita podíamos sentir los cánticos y rezos, aquí se podía imaginar el sonido de los cascos de los caballos y las voces de los soldados y de los caballeros reuniéndose para la batalla... aunque no existen noticias de que el castillo fuera atacado nunca. Para terminar diremos que existe la leyenda de que el castillo se unía a la ermita de Santa María de Melque por medio de un pasadizo secreto, extremo que no se ha podido comprobar aunque quién sabe...
dejar el coche junto a una cadena, que franqueamos a pie para caminar unos 500 metros hacia la derecha y encontrarnos una fortaleza espectacular; el castillo de Montalbán, antigua fortaleza árabe y donada por Alfonso VI a los templarios que le dieron la forma que nos muestra hoy, majestuoso dominando el tajo del río Torcón, con sus torres de planta pentagonal, típicas de la arquitectura templaria, y lo que más llama la atención: por su situación, el flanco que mira al río está desprotegido, se consideró con acierto que lo escarpado del desfiladero era suficiente protección para afrontar cualquier situación. Así nos ha llegado hasta hoy, ruinoso, sí pero transmitiendo aún fuerza y poder. Si en la ermita podíamos sentir los cánticos y rezos, aquí se podía imaginar el sonido de los cascos de los caballos y las voces de los soldados y de los caballeros reuniéndose para la batalla... aunque no existen noticias de que el castillo fuera atacado nunca. Para terminar diremos que existe la leyenda de que el castillo se unía a la ermita de Santa María de Melque por medio de un pasadizo secreto, extremo que no se ha podido comprobar aunque quién sabe...